Hace unos días en La voz de Galicia podíamos leer una
triste noticia: Los cines Valle Inclán cerrarán sus puertas el 30 de Junio.
Ésta junto con la desaparición de los cines Compostela dejará a Santiago sólo
con las salas del centro comercial “As Cancelas”. Yo llevo unos cuantos años
viviendo en la capital gallega por mis estudios universitarios y sin duda
alguna esta noticia me ha entristecido. Muchos de los estudiantes acudíamos a
estos cines debido a su asequible precio y a su buena situación, teniendo ahora
que gastar más dinero a causa del desplazamiento en transporte urbano y por el
precio de las entradas en los multicines “As Cancelas”. Otro problema
consecuencia de este hecho es que, al igual que pasó en Lugo tras el cierre de
los cines Centro, Santiago se va a quedar sin la proyección de filmes
independientes y menos conocidos, haciendo que muchos de los jóvenes y no tan
jóvenes tengamos que recurrir a internet para verlos.
Aún no queda muy lejos cuando iba con mis amigos
prácticamente todos los fines de semana para disfrutar de los últimos estrenos.
Fue con la elevación excesiva de los precios de las entradas cuando empecé a plantearme la racionalización
de las veces en las que podía disfrutar de un filme en la gran pantalla. Así,
yo no culparía a la piratería como principal causante del cierre de las salas
sino como consecuencia del disparatado precio que convierte el cine en un lujo
que no está al alcance de todos.
Para terminar, esta noticia puede dar pie a una reflexión:
¿La intervención del gobierno a través de subvenciones a diferentes artistas y
organizaciones beneficia o perjudica al negocio que es la cultura? Fuera de
nuestro país los artistas no reciben ningún dinero del gobierno, se “ganan” el
sueldo y el contribuyente no tiene que alimentar al hijo de Candela Peña o
pagar los discos que David Bisbal no vende. A la hora de la verdad,
organizaciones como la SGAE sólo dificultan el acceso a la cultura en vez de
que llegue a todo el mundo, porque, sinceramente, una familia que se tenga que “apretar
el cinturón” para llegar a fin de mes no va a pagar casi ocho euros para ir al
cine. Desde mi punto de vista es precisa una cura de humildad en el gremio
antes de cargar a la piratería con todos los demonios, viendo lo que se está
haciendo mal y buscando alternativas.
Imágenes: La Voz de Galicia, El Correo Gallego y El Mundo.
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