28 junio, 2013

¿Por qué conformarse con un SIMPLE final feliz?


He acabado una serie que llevo años siguiendo fielmente –cuyo nombre no daré por peligro de reventaros el desenlace– y lo que me embarga no es ese ya familiar vacío post-final, sino la más honda indignación.



Si bien es innegable que un buen final es un magnífico broche de oro a esa historia a la que estamos enganchados, no debemos olvidar que no hay que judgar una historia simplemente por su conclusión. Al fin y al cabo, es otro capítulo más, que nos puede convencer en mayor o menor medida como cualquiera de sus predecesores. Definitivamente, una historia se define como buena –o por lo menos yo así lo hago– por sus tramas, sus personajes, sus "momentos" y su evolución. Pero es que hay finales y finales.




No os dejéis engañar por el título, que no estoy criticando los finales felices, simplemente hablo de finales SIMPLES. Creo que estos se resumen en tres categorías posibles.

  1. Todo acaba felizmente para todo el mundo. "Vivan los arcoiris, los unicornios y barra libre de ñoñería para todos" piensan los directores del tipo amor y felicidad criados en una nube de azúcar rosa.
  2. Todo acaba trágicamente para todo el mundo. "A tomar por saco los sentimientos del espectador, os voy a dejar traumatizados de por vida, a acabar con toda esperanza. Sufrid criaturitas... ¡SUFRID!" es el lema de los psicópatas asesinos en series que dicen llamarse directores.
  3. Todo es un sueño de Resines. "Hemos creado una buena historia durante tropecientos episodios, pero hay que acabarla... ¿Qué hacemos? Venga va, al final todo era fruto de la mente de uno de los personajes" concluyen los directores que se matan a pensar pero no encuentran ningún final convincente. Esos a los que tu, una vez vista su obra, rápidamente asocias con una inmensa nube de humo, risas –muchas risas– y con un Smoke Weed Everyday sonando de fondo.
Lo malo, es que estas tres variantes son los recursos más utilizados actualmente. Sé que existe un sector de los fans que quedan feliz, trágica o anonadadamente satisfechos con el desenlace, pero creo que sería mejor un punto intermedio, más que eso, un final coherente.

Un error común que suelo encontrar, es la forma tan precipitada en que ocurren las cosas. Están tan ocupados introduciendo nuevas desgracias, que no se dan cuenta de que el final está cerca, y acaban por concentrar toda la resolución en un corto espacio de tiempo. Crean así tramas trepidantes y rápidas que mantienen muy atento al espectador, pero hace que tengamos que procesar demasiada  información en muy poco tiempo y hacen difícil saborear el final como se merece.

Otra de las cosas que me repatean y que está en relación con lo anterior es cuando sacan conejos de una chistera que ni siquiera te habían enseñado. Aprecio mucho los buenos giros argumentales, de esos en los que cuando resuelven la trama notas como algo hace click en tu mente, y en ese momento te quedas con cara de “es que no podía ser de otra forma, y soy irremediablemente tonta por no haberlo visto antes.” Sin embargo, lo más común son los malos giros argumentales. Al director se le ocurre una idea de última hora y la introduce sin más, sin preparar al público, dándonos la sensación de que nos la están colando con calzador y la cual no acabamos de aceptar.

Pero creo que, lo que más odio es la manía de terminar todo para todos. Y es que nadie se da cuenta que, salvo la muerte, no existen los finales cerrados. Al fin y al cabo, las historias cuentan la vida de un personaje, la cual continúa tras el final de la serie, novela o película, por lo que no siempre es necesario dejarlo todo tan bien atado. Para mí, en ocasiones, un final abierto –siempre y cuando esté bien hecho– es mucho mejor que semejante "cagada", y aunque la mayoría de la gente los odie, con el tiempo, se acaba apreciando la brillantez de un desenlace abierto.




Imágenes: Tumblr 

1 comentario:

  1. Me hace gracia lo de que todo es un sueño de Resines, si mis amigos decían eso

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