No nos gusta
ver series canceladas. No tenemos nada en contra de ellas, simplemente la mayoría
terminan de forma precipitada, dejándonos con la miel en los labios, y
no dando tiempo a que la trama o los personajes evolucionen. Sin embargo,
cuando se trata de una recomendación de una fuente fiable y de una serie de
Joss Whedon, nuestra opinión cambia. El creador del mundo de Buffy y Angel consigue
en una sola temporada llevarnos una historia con giros argumentales y
desarrollo de personajes que otras series de vida más larga desearían tener. Es
una pena que en la televisión americana primen las audiencias sobre la calidad,
dejando por el camino a series tan prometedoras y dando una duración más larga
a otras menos originales.
Whedon nos
introduce esta vez en la “Dollhouse” (sería algo así como “casa de muñecas” en castellano),
una instalación secreta que trabaja con “activos”, un grupo de personas cuyas
personalidades y recuerdos fueron borradas y que pueden ser receptores de
diferentes personalidades a través de la introducción de una simple “impronta”.
Estas “muñecas vacías” son contratadas por un módico precio para realizar todo
tipo de trabajos, incluyendo crímenes, fantasías y, en ocasiones, buenas
acciones. Una vez terminada la misión, son vaciadas de nuevo y llevándolas a un
estado infantil.
Algo que
realmente nos encanta de esta serie son los personajes, en general muy bien
construidos y completamente atípicos. Eliza Dushku, Dichen Lachman y Enver
Gjokaj, interpretan a Echo, Sierra y Victor y se enfrentan a papeles realmente
complicados. Dados los frecuentes cambios de personalidad y la alternancia
entre momentos de infantilidad y momentos de máxima acción que sufren los “activos”,
era de esperar una interpretación poco creíble, sin embargo, creemos que los tres
han realizado un excelente trabajo, especialmente Eliza en su interpretación de
Echo.
Y es que
Echo es un mundo aparte. Está considerada la mejor “activa” de Dollhouse y por
lo tanto, la más solicitada y la que recibe encargos más complicados. En el
transcurso de sus misiones, comienza a recordar a su “yo”; Caroline Farrell,
una activista universitaria. La mezcla entre Caroline, Echo y las improntas
acaban por formar a una heroína verdaderamente atípica que puede dar muchos
problemas a Dollhouse, al igual que ya hizo en su día Alpha, un activo del cual
no se revela apenas información hasta el final de la temporada, pero cuya
conexión con Echo es una de las más complejas de la serie.
Dejemos a un
lado a los “activos”, y centrémonos en el personal de la casa, donde se
encuentran tres de los mejores personajes de la serie: la doctora Claire
Saunders, Adelle DeWitt y Topher Brink. Conocemos a la doctora como un personaje secundario,
pero gracias al giro argumental de los últimos capítulos comienza a cobrar cada
vez mayor importancia y su historia acaba siendo una de las más sorprendentes.
Adelle DeWitt es la estricta directora de la "casa de muñecas". Nos la presentan como una líder fuerte y como la mala de la película. Sin embargo, no nos podemos fiar de la primeras impresiones, ya que en realidad es un personaje más complejo de lo que aparenta y que tendrá un gran peso en los capítulos de la segunda temporada.
Finalmente,
Topher Brink, un genio cuyas investigaciones traen grandísimos avances a
Dollhouse. Empieza siendo ese personaje plano tan característico de las series
actuales, que hace una serie de comentarios graciosos, pero de nuevo Joss
Whedon nos engaña, creando uno de los personajes más interesantes. Vamos
descubriendo a un Topher que siente un profundo desapego por las relaciones
sociales e indiferencia por las personas. Es un personaje curioso, raro y
bastante entrañable al que finalmente se le coge mucho cariño.
Dollhouse
nos presenta un momento de gran avance tecnológico, hasta tal punto que se
puede manipular por completo a una persona. Pero es que esta tecnología ofrece
múltiples posibilidades, ya no solo la de “eliminar” a la persona, sino
también, la de crear un nuevo ser de la nada, una personalidad perfecta
o un ser inmortal, jugando así, a ser dioses, mediante la manipulación del
encéfalo.
La otra
temática central de la serie es el tráfico humano y la prostitución, aunque de
manera superficial. La institución se lucra a través del negocio del alquiler
de fantasías, una forma refinada de esclavitud humana y restricción de las
libertades. De hecho, este fue uno de los temas más conflictivos de la serie y
uno de los motivos de su cancelación, dado el poco apoyo que recibió Whedon por
parte de la cadena.
Como
siempre, no todo puede ser perfecto. Esta serie tiene una pega: es lenta en su
desarrollo y no llega realmente a enganchar hasta la mitad de la temporada.
Otro inconveniente radica en la complejidad de la trama, lo que hace que a
veces sea difícil de seguir.
Así pues, es
una serie que desde nuestro blog, os recomendamos fervientemente, ya no solo
por la certeza de que al ser de Joss Whedon no nos va a decepcionar, sino
también por la magnífica interpretación del elenco y lo novedoso y adictivo de
la trama.
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