En la otra esquina de la
ciudad, Thor alzó el martillo, invocando al rayo, el cual, no fue seguido del
habitual trueno, sino de un nuevo gemido de adoración. La líder del ejército,
se acercó aún más y trató de posar su mano en el pecho del dios, pero Loki la
detuvo.
−Mira y aprende,
“hermano” –susurró este, con una mirada despectiva.
La mujer observó al
moreno con evidente cabreo. Había evitado que tocase el escultural pecho de su
amado dios del trueno. Movió el brazo, con la intención de desasirse, pero el
desconocido, respondió con un fuerte tirón, acercándola a él. Inmediatamente
quedó cautivada por el intenso brillo de sus ojos verdes. Era un brillo
extraño. No correspondía a emoción alguna, era el reflejo de la locura. No
sabía el porqué, pero no podía apartar la mirada, el moreno ejercía una
atracción irremediable sobre ella.
Con un gesto despectivo,
la empujó hacia la pared y dándole la espalda, comenzó a hablar a la multitud.
−Yo soy Loki de Asgard
–todos los ojos se clavaron en él, con una chispa de reconocimiento, que pronto
cambió a diversas miradas que oscilaban entre el miedo y la fascinación−.
Arrodillaos ante mí.
Algunos lo hicieron,
pero la mayoría quedaron en pie. A su lado, Thor lo observaba desconcertado,
afianzando el martillo en su puño. Estaba listo para la lucha. Loki lo miró de
soslayo, ordenándole que no se moviera. De nuevo se dirigió a su público y
dispuesto a iniciar un nuevo discurso, tomó aire. La “amada” de Thor lo
interrumpió.
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