12 mayo, 2013

Rodrigo Cortés nos entierra con Ryan Reynolds



Polvo somos y en polvo nos convertiremos sería suficiente para resumir esta película. A causa de las últimas noticias a menudo nos preguntamos si realmente les importamos a nuestros dirigentes políticos. Rodrigo Cortés nos da una respuesta rotunda: No les importamos, tan solo somos daños colaterales en sus rencillas diplomáticas. Lo único que cuenta es el beneficio propio, evitar un posible conflicto sin importar cuanta gente inocente pague justa por pecadora. Otro mérito de este director es conseguir una total empatía por el protagonista. El tiempo se nos pasa volando en los 93 minutos de metraje mientras sufrimos y esperamos  para saber cuál será el destino de Paul Conroy.





En este filme Rodrigo Cortés nos cuenta la historia de Paul Conroy (Ryan Reynolds), un contratista civil que es secuestrado en Irak y se despierta enterrado vivo en un ataúd con un mechero y un teléfono móvil.

Con esta premisa, Cortés aprovecha para hacer un film de suspense atípico, en el cuál el público pasa a ser un protagonista más. No os voy a engañar, esta película no sirve para todo el mundo. No me refiero a que sea una historia difícil de comprender o que se vea un filme en el que se vea excesiva violencia o escenas desagradables para el espectador sensible. Se pasa mal viendo esta película, y mucho, pero porque sufrimos la falta de oxígeno, la desesperación y la frustración de Paul, queriendo saber cuál va a ser su sino. 

En este tipo de películas (inevitable pensar en las semejanzas con la claustrofóbica “127 horas”) la elección del actor protagonista es crucial. Ya no sólo para lograr la empatía que el filme consigue, sino para que la película enganche y no le resulte al espectador excesivamente larga. Ryan Reynolds, actor conocido por sus papeles en comedias románticas, me sorprendió gratamente. Demuestra que no sólo es un actor agradable a la vista y que puede llegar a emocionar y conectar con el público.

El otro punto fundamental para que una película de este estilo funcione es una buena dirección. Los diferentes planos y su montaje están hechos a la perfección, haciendo que la película sea fluida. Cortés nos encierra y nos quita el aire con una maestría que no se había visto en España desde hace mucho tiempo (y no lo digo porque siento una gran admiración por este director). 



He leído por ahí que la película usa el sufrimiento ajeno para entretener. Es cierto, pero no tenemos que olvidar que esto es ficción y que es una buena excusa para reflexionar sobre diversos temas. Como conclusión final, este filme es menos de lo mismo. Creo que la gente que le gusta el cine y que tiene ganas de una experiencia nueva debería ver esta película.

Valoración: 8/10


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